domingo, 19 de enero de 2014

ANTONI...El del porquet.

Son las cuatro de la tarde cuando un pino esbelto y delgado barra con su sombra alargada el camino que me interna en el bosque.
El sol, elevándose poco a poco sobre el horizonte desde el solsticio de invierno, hace que por estas fechas comience a notar que la luz de la tarde dura un poco más y aprovecho para caminar.
Los árboles respiran silencio. Sin brisa las espículas permanecen inmóviles, mientras una urraca surca el aire y la sigo con la mirada en un intento por fotografiarla.
Me doy cuenta que con mi vestimenta rojo semáforo soy como un faro en medio de la reverdecida arboleda a causa de las ultimas lluvias.
Desisto.
De espesura en espesura y de claro en claro, intento extraviarme en este bosquecillo mediterráneo que tanto me acompaña. Tarea imposible, así que opto por caminar con el sol a mi derecha mientras voy reconociendo los lugares y más tarde dejar el sol a mis espaldas, para volver con el poniente por la izquierda.
Es ya la hora en que los perros sacan a pasear a los hombres y los primeros ladridos lejanos anuncian su presencia entre los pinos.
Los animales no saben nada de bendiciones pero hoy, algunos de ellos habrán sido rociados con agua con el jolgorio de sus amos en la festividad de "San Antonio".
A mi como a muchos, nos espera " El correfocs", la gran hoguera y la cena comunitaria a base de habichuelas con cerdo que el ayuntamiento patrocina a cuantos se acerquen a pedirlas.
Me encantan las fiestas populares y el sentimiento cívico y de participación que se da en estos eventos.
Todo el mundo parece más dispuesto a compartir y a comunicarse.
Los bomberos vigilan que el fuego este contenido para que la fiesta se contenga en fiesta. Este año no hace mucho frío, pero aún así se agradece el calor que nos llega de la hoguera.
Los chiquillos juegan, los mayores hacemos fotos y todo el mundo se lo pasa bien en esta fiesta de origen incierto.
Por casualidad estos días me ha llegado información de un yacimiento arqueológico con monumentales piedras llenas de bajorrelieves de figuras de animales.
¿Un templo? ¿Un cementerio?...En todo caso un testimonio del hombre de las sociedades cazadoras-recolectoras mucho antes de ciudades como Çatalhöyük.
En Göbekli Tepe los animales ya eran de alguna manera bendecidos por el hombre 12000 años BP.
Quizá "Antoni el del porquet" andaba ya por allí con su arco persiguiendo jabalís en cuya tarea se daba mucha maña.

lunes, 13 de enero de 2014

TAREAS DE INVIERNO

Los días cortos y los aires fríos no son obstáculo para campar en entornos bellos y desconocidos.
Es más, las nubes y los vientos confieren al paisaje un punto de belleza que junto con la soledad y el aire gélido, hacen que los lugares nos parezcan mucho más acogedores.
 En cambio el tiempo libre, cuando se dispone de poco,  si es un poderoso factor de limitación para el hartazgo.
Las visitas se convierten en tránsitos y la contemplación en mirada furtiva, como el amante que contempla al ser amado desparecer tras una esquina.
Uno vuelve renovado de las excursiones "flash", impregnan la retina, el oído, la  piel, la pituitaria y en ocasiones las papilas gustativas de nuevas sensaciones que perduran en el recuerdo y estimulan el gusto por la novedad. (Dicen los que saben que las neuronas se nutren y crecen como retoños reverdecidos de estas sensaciones y no me extraña.)
En las soledades es fácil compartir y hacer nuevos amigos. Descubres con asombro que las personas no son lo que nos imaginamos y eso ayuda a la reflexión en nuestro monólogo interno.
Las ovejas vienen a posar para el blog en medio de la ilustración de mi anfitrión para "desasnarme "someramente en cuanto a ovejas se refiere.
Hay que volver y volvemos.

En casa esperan silenciosas las "tareas de invierno" que junto con los libros, me siguen con su mirada sin ojos, esperando mi atención para vivir, para revivir y mostrar la justificación antropocéntrica de su existencia.
Nos damos cuerda mutuamente.
 Pronto estará aquí una nueva primavera y la vida volverá a manifestarse en movimiento. Ahora aletargada sigue siendo vida pero su apariencia invernal no es ostentosa.
Aprovecho estas horas sin luz de las tardes largas del invierno para enamorarme más de mi querida, para tratar de entenderla y admirarla.
Para nombrarla sin embargo como nombramos los humanos, viendo nuestra imagen en su espejo. Es la limitación de nuestra esencia.
Y hay que ir con cuidado porque la curiosidad en ocasiones trae sorpresas desagradables.